martes, 15 de mayo de 2012


LA FOTOGRAFÍA POPULAR Y LUIS ESCOBAR            



La fotografía en España ha sido considerada desde sus inicios, y durante mucho tiempo, como un arte menor, siempre a la cola o en forma de satélite de otras disciplinas consideradas artes principales como la pintura o la escultura. La captación instantánea de lo real mediante tecnología no se comparaba con aquellas obras que son fruto de una inspiración, acompañada de un esfuerzo creador, que hiciera que se convirtiera en una creación considerada autentica. Más aún que el cine, costaba reconocer que en la fotografía pudiera realizarse aquella alquimia seductora que conduce a la consideración de verdadera obra de arte. Desgraciadamente, todavía en España se sigue pensando en muchas ocasiones bajo este esquema trasnochado.



En España, a finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX, dos tendencias competían por imprimir su sello peculiar al naciente arte fotográfico español. La dominante, lo que se podría conocer como el “oficialismo fotográfico”, era una mera versión en fotografía de corrientes pictorialistas imperantes en Europa años atrás. Su esencia consistía en imitar lo mejor posible a la caducada pintura academicista del siglo XIX, cargada de formalismos alegóricos y mitológicos, para satisfacer el “gusto” ostentoso y hortera de una burguesía decadente y anodina. Buscando alcanzar “la belleza”, se procuraba mantener lo más apartado posible cualquier reflejo directo de la realidad. Para que la fotografía fuera verdaderamente “artística”, debía huir lo más posible de todo contacto directo con lo real, con las personas y su entorno concreto, con la sociedad y sus conflictos, y refugiarse en temas elevados y clasistas, en entornos idealizados e imágenes “bellas”.



Frente a esta tendencia aburguesada, repetitiva y simplona, cuyos resultados se verían hoy empalagosos y ridículos, se dio otra corriente en cierto modo opuesta tanto en sus objetivos como en sus medios. Se trata de la obra de los fotógrafos populares que, cámara en ristre, recorrían el país a pie, en burro o en tartana, ejerciendo su oficio en los rincones más remotos y olvidados de España. A estos fotógrafos, que no buscaban la “belleza” sino la verdad, que no perseguían el “arte” sino la realidad, debemos la galería de imágenes más emotiva, profunda y poderosa de toda la historia de la fotografía española. En sus conmovedoras fotografías está captada con una sobriedad y una hondura y sensibilidad insuperable la realidad viva y palpitante que vivieron, y que nos han transmitido de forma imperecedera. Se retrataban desde representantes políticos de los pueblos o militares reconocidos, hasta los personajes más marginales de cada zona. Era una fotografía popular que buscaba la realidad a través de los retratos de la gente de los pueblos. Podríamos decir que esta práctica pondría los cimientos de algo que después se conocería como fotoperiodismo, o el interés de los medios en la búsqueda de la verdad, la realidad, de lo que está pasando, y plasmarlo a través de una fotografía. La estrecha relación que ha mantenido la fotografía con la prensa coincide históricamente con el desarrollo del periodismo moderno. Esta asociación se ha contemplado como un fenómeno de capital importancia en la evolución interna que han experimentado los medios de información y comunicación de masas. Esta innovación anuncia una revolución en la transmisión de los acontecimientos, al mismo tiempo que marca el inicio del uso masivo de la fotografía en los medios de comunicación. Concretamente, la singularidad y profesionalidad de esta actividad en España nos va a permitir conocer y comparar los diferentes momentos de su trayectoria durante los acontecimientos más relevantes y decisivos de la historia del siglo XX.



Luis Escobar fue uno de esos modestos y sobrios fotógrafos populares cuyo testimonio resulta imprescindible para captar la esencia de una época, de un tiempo y de un lugar. Nacido en 1887 en Villalgordo del Júcar, un pueblecito conquense junto a la raya limítrofe con Albacete, Escobar vivió su infancia y juventud marcado por las penurias de la época. Sus padres emigraron a Albacete y luego a Valencia buscando el sustento y mejor suerte. Después de ejercer diversos oficios, el azar llevó a Escobar a ingresar como aprendiz en un taller de fotografía especializado en ampliaciones y reproducciones. Allí, con paciencia y tesón, fue aprendiendo la magia del montaje y el retoque, la iluminación y el coloreado, y toda la compleja artesanía del oficio. En 1915 estableció en Valencia su propio taller. Pero en 1920 decidió regresar a Albacete, donde estableció, hasta su muerte, su propio estudio fotográfico.



Como ya decíamos, Luis Escobar no era el clásico fotógrafo de estudio. Parece ser que dominaba la técnica a la perfección, pero prefería la fotografía ambulante, iniciando pronto una incesante actividad que le llevó a recorrer durante casi cuarenta años los pueblos de La Mancha. Esta condición suya de ambulante en aquellos años memorables, su excepcional capacidad para reflejar fielmente la realidad que se presentaba ante el ocular de sus cámaras, sus dotes extraordinarias para el reportaje y la composición de grupos, su cercanía con las gentes que retrató, y su poderoso instinto para convertir sus fotografías en relevantes documentos gráficos sobre la vida íntima y pública de la región, hacen de su obra un deslumbrante fresco social de la España de su tiempo.




En su apasionado afán por inventariar todos los órdenes de la vida popular, Escobar mostró una inagotable tenacidad, que le permitió realizar una formidable crónica gráfica y sentimental de la comarca, en un tiempo memorable ya extinguido. El fotógrafo, que nunca se resignó a practicar las faenas rutinarias de sus compañeros de oficio, pronto supo encontrar el modo de reflejar los acontecimientos más sobresalientes de la comarca, ya fuesen hechos tristes, inauguraciones, celebraciones religiosas, romerías, corridas de toros o actos políticos. Realizó así cientos de imágenes que son otros tantos documentos admirables de la vida popular de la España de su tiempo. En este campo realizó Escobar algunas de sus mejores fotografías, como la de la Agrupación Socialista de Villalgordo del Júcar (1925), las prostitutas del Alto de la Villa (1928), Juan de la Cierva presentando su autogiro (1926), los vendedores ambulantes de navajas (1923) o las imágenes de la vida cotidiana de Albacete durante la Guerra Civil.




Agrupación Socialista de Villalgordo del Júcar (1925)



Es a la opción de Escobar de ir de pueblo en pueblo a la que debemos su reconocido e importante testimonio gráfico: más de veinte mil fotografías, por calles, por pueblos y parajes de toda La Mancha, pobladas de sus variopintas gentes, que él supo retratar con maestría, con talento, con profundo cariño y con una buena dosis de ternura e ironía. Durante décadas, Escobar recorrió incansablemente estas tierras perdidas y conoció a sus gentes, haciéndose un personaje popular y querido. Sus fotografías revelan su identidad profunda con la tierra y el pueblo. La obra de Escobar se conserva básicamente gracias al pueblo. Su adhesión a la República le valió represalias y la persecución franquista. La mayoría de sus negativos fueron destruidos por los falangistas tras la toma de Albacete, y él mismo pasó dos años en la cárcel.



La gran importancia de la obra de Luis Escobar, le sitúa a la altura de los más grandes fotógrafos documentales de la historia, y su testimonio de las gentes, las plazas, los caminos y los viejos oficios ya desaparecidos (cómicos, apeadores, tratantes de ganado, vendedores ambulantes, afiladores), transciende el ámbito castellano y español, para convertirse en un documento gráfico de interés universal. Un carácter que pronto se puso de manifiesto, tras la publicación de algunas de sus fotografías en el libro colectivo Retratos de la Vida (1980). Desde entonces no ha cesado de crecer el interés por la obra de este fotógrafo excepcional, por parte de los aficionados, historiadores y responsables de instituciones culturales y museos.




FUENTES DE ÍNFORMACIÓN:



-        Wikipedia

-        Google/Imagenes

-        Revista: Nueva Revista, nº76, artículo: “Retratos de ayer, arte de hoy. Luis Escobar y Joan fontcuberta”, de María Molina León (julio-agosto de 2001)

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