LA FOTOGRAFÍA POPULAR Y LUIS
ESCOBAR
En España, a finales del siglo XIX y las
primeras décadas del XX, dos tendencias competían por imprimir su sello peculiar
al naciente arte fotográfico español. La dominante, lo que se podría conocer
como el “oficialismo fotográfico”, era una mera versión en fotografía de
corrientes pictorialistas imperantes en Europa años atrás. Su esencia consistía
en imitar lo mejor posible a la caducada pintura academicista del siglo XIX,
cargada de formalismos alegóricos y mitológicos, para satisfacer el “gusto”
ostentoso y hortera de una burguesía decadente y anodina. Buscando alcanzar “la
belleza”, se procuraba mantener lo más apartado posible cualquier reflejo
directo de la realidad. Para que la fotografía fuera verdaderamente
“artística”, debía huir lo más posible de todo contacto directo con lo real,
con las personas y su entorno concreto, con la sociedad y sus conflictos, y refugiarse
en temas elevados y clasistas, en entornos idealizados e imágenes “bellas”.
Frente a esta tendencia aburguesada,
repetitiva y simplona, cuyos resultados se verían hoy empalagosos y ridículos,
se dio otra corriente en cierto modo opuesta tanto en sus objetivos como en sus
medios. Se trata de la obra de los fotógrafos populares que, cámara en ristre,
recorrían el país a pie, en burro o en tartana, ejerciendo su oficio en los
rincones más remotos y olvidados de España. A estos fotógrafos, que no buscaban
la “belleza” sino la verdad, que no perseguían el “arte” sino la realidad,
debemos la galería de imágenes más emotiva, profunda y poderosa de toda la
historia de la fotografía española. En sus conmovedoras fotografías está
captada con una sobriedad y una hondura y sensibilidad insuperable la realidad
viva y palpitante que vivieron, y que nos han transmitido de forma
imperecedera. Se retrataban desde representantes políticos de los pueblos o
militares reconocidos, hasta los personajes más marginales de cada zona. Era
una fotografía popular que buscaba la realidad a través de los retratos de la
gente de los pueblos. Podríamos decir que esta práctica pondría los cimientos
de algo que después se conocería como fotoperiodismo, o el interés de los
medios en la búsqueda de la verdad, la realidad, de lo que está pasando, y
plasmarlo a través de una fotografía. La estrecha relación que ha mantenido la
fotografía con la prensa coincide históricamente con el desarrollo del
periodismo moderno. Esta asociación se ha contemplado como un fenómeno de
capital importancia en la evolución interna que han experimentado los medios de
información y comunicación de masas. Esta innovación anuncia una revolución en
la transmisión de los acontecimientos, al mismo tiempo que marca el inicio del
uso masivo de la fotografía en los medios de comunicación. Concretamente, la
singularidad y profesionalidad de esta actividad en España nos va a permitir
conocer y comparar los diferentes momentos de su trayectoria durante los
acontecimientos más relevantes y decisivos de la historia del siglo XX.
En su apasionado afán por inventariar todos los órdenes de la vida popular, Escobar mostró una inagotable tenacidad, que le permitió realizar una formidable crónica gráfica y sentimental de la comarca, en un tiempo memorable ya extinguido. El fotógrafo, que nunca se resignó a practicar las faenas rutinarias de sus compañeros de oficio, pronto supo encontrar el modo de reflejar los acontecimientos más sobresalientes de la comarca, ya fuesen hechos tristes, inauguraciones, celebraciones religiosas, romerías, corridas de toros o actos políticos. Realizó así cientos de imágenes que son otros tantos documentos admirables de la vida popular de la España de su tiempo. En este campo realizó Escobar algunas de sus mejores fotografías, como la de la Agrupación Socialista de Villalgordo del Júcar (1925), las prostitutas del Alto de la Villa (1928), Juan de la Cierva presentando su autogiro (1926), los vendedores ambulantes de navajas (1923) o las imágenes de la vida cotidiana de Albacete durante la Guerra Civil.
Agrupación Socialista de Villalgordo del Júcar (1925)
Es a la opción de Escobar de ir de pueblo en
pueblo a la que debemos su reconocido e importante testimonio gráfico: más de
veinte mil fotografías, por calles, por pueblos y parajes de toda La Mancha,
pobladas de sus variopintas gentes, que él supo retratar con maestría, con
talento, con profundo cariño y con una buena dosis de ternura e ironía. Durante
décadas, Escobar recorrió incansablemente estas tierras perdidas y conoció a
sus gentes, haciéndose un personaje popular y querido. Sus fotografías revelan
su identidad profunda con la tierra y el pueblo. La obra de Escobar se conserva
básicamente gracias al pueblo. Su adhesión a la República le valió represalias
y la persecución franquista. La mayoría de sus negativos fueron destruidos por
los falangistas tras la toma de Albacete, y él mismo pasó dos años en la
cárcel.
FUENTES DE
ÍNFORMACIÓN:
-
Wikipedia
-
Google/Imagenes
-
Revista: Nueva Revista, nº76, artículo: “Retratos
de ayer, arte de hoy. Luis Escobar y Joan fontcuberta”, de María Molina León
(julio-agosto de 2001)
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